Balance Series 2019
La sensación de mirar varias cosas al mismo tiempo
Este año pegaron fuerte las explosiones de Chernobyl, los golpes de Monzón, la prosapia inglesa de Phoebe Waller-Bridge, los dilemas familiares de Succession, junto con la seguidilla de incontables opciones de ficción seriada. Además de Game of Thrones, claro.
Un año estrábico. Lo más destacado del universo seriófilo versión 2019 dejó la sensación de estar mirando varias cosas al mismo tiempo. Y de tener un tercer ojo, cual Shiva, ese sentido estaría dedicado a otra pantalla. No sólo por el tiempo dedicado a la ficción bajo este formato sino por el juego entre pasado, presente y futuro que ofrecieron estos 365 días en materia de series. Hubo atisbos de lo que vendrá con Years & Years; Love, Death & Robots; la continuación de The Handmaid’s Tale pero también de la batalla al caer con el resto de las plataformas por el arribo de Disney+. De lo remoto se ocuparon las miniseries, la tercera temporada de Stranger Things con su festejo ochentoso y la retromanía generada con el festejo de los 25 años del final de Friends. También están las entregas que juegan a la mescolanza temporal como Watchmen o la última temporada de la nunca bien ponderada This Is Us. Fue, ni más ni menos, el año en que los dragones de Game of Thrones levantaron vuelo por última vez. Aquí algunas apostillas de este tiempo múltiple que está por irse.
¿El año de las miniseries?
Quizá por su compresión narrativa y finitud asegurada, las miniseries se transformaron en uno de los fenómenos de 2019. Formato que, por otra parte, sirvió como amonestación para algunas ficciones por su extensión chiclosa y supuso una apuesta menos riesgosa para la industria. Como bromearan durante la última entrega de los premios Emmy: “miniserie es otra manera de decir serie cancelada”. Dentro de este marco, hubo lugar para esa rareza llamada El Cristal Encantado: La Era de la Resistencia (Netflix). Una obra realizada por los herederos del titiritero Jim Henson, con reminiscencias de Tolkien, donde prevaleció el uso orgánico y artesanal de las marionetas. Antes que una ficción, fue una pieza de ingeniería fantástica que detentó un profundo amor por su confección anacrónica. Sin embargo, dentro de las miniseries primaron las recreaciones históricas como A Very English Scandal (BBC) y Fosse/Verdon (Fox Premium Series). Esta última ofreció romance, turbulencias emocionales, laborales y “all that jazz” a partir de la vida de dos leyendas de Broadway. Netflix, además, aportó Unbelievable y When They See Us, obras espinosas, didácticas sobre el rol de la mujer y el racismo, comprometidas con dichas causas, sin que eso fuese en desmedro del relato. Una siguió de cerca el maltrato psicológico e institucional que sufriera una víctima de violación; la otra repasó el caso de un grupo de adolescentes afroamericanos y latinos condenados injustamente de abusar y golpear brutalmente a una mujer blanca en los ’80.
Ninguna entrega (serie o miniserie) generó tanto runrún como Chernobyl. En cinco episodios, la producción de HBO revivió el desastre en la central nuclear ucraniana fechado en abril de 1986. Con detallismo y espanto se retrató el caos, las instancias políticas, las labores a pie de los reactores, configuró héroes en Boris Scherbina (Stellan Skarsgård), Valery Legasov (Jared Harris) y un villano antológico llamado Anatoly Dyatlov (Paul Ritter). Chernobyl, concebida por Craig Mazin y dirigida por Johan Renck, recibió múltiples premios y loas de la crítica al igual que objeciones por el uso del inglés como lengua madre y por contar el punto de vista “americano” de la historia. El mayor corte de manga fue perpetrado por la señal rusa NTV al anunciar la realización de otra versión de lo acontecido con una visión ciertamente distinta de los hechos. Más de un periodista argentino, en medio del boom turístico en la región, viajó hasta allí para confeccionar informes entrecruzados por hiperrealidad.
Golpe a golpe
Fueron tres golpes y uno terminó en KO. Las propuestas más destacadas del ámbito local fueron Monzón (Space), Apache (Neflix) y El Marginal 3 (Tevé Pública). Las dos biopics y la continuación sobre las matufias de San Onofre parecieron tocar pasajes similares aunque la ejecución final resultó muy diferente. El producto de Underground, en esta temporada profundizó en la fórmula que le ha dado frutos: violencia patibularia, humor cruento, personajes hoscos y el telón de fondo del confinamiento carcelario. El juego del choque de clases y la invitación a participar de ese ámbito decrépito tuvo al “Moco” (Toto Ferro) en el centro de la escena. Un chico de clase alta que llega al penal por haber sido responsable de la muerte de dos personas en un accidente de tránsito. Apache: la vida de Carlos Tévez propuso el camino inverso. Versión oficialísima de la infancia del jugador, dirigida por Adrián Caetano, al punto que el ídolo de Boca apareció en cámara relatando sus recuerdos de superación. La narrativa sacó provecho de situaciones hostiles en un barrio donde manda el desamparo. La más lograda de las tres fue Monzón. La biopic del “ídolo, campeón y femicida”, como rezaba la promoción de la serie, optó por constituir el relato desde el último de los tres perfiles. Por un lado, se presentó su debacle con notas del policial de investigación acerca del asesinato de su última pareja (Carla Quevedo). Por el otro, se repasaron las luces y sombras del boxeador (encarnado por Mauricio Paniagua y Jorge Román). Si había temor al panegírico, la explotación al estilo Sin Condena o el arquetipo del “boxing film”, Monzón respondió con una contundencia y oscuridad evidentes.
La euforia de la educación sexual
¿Qué quedaría del encuentro entre Otis Milburn y Rue Bennet? Mejor dejarlos así. Ya tienen demasiados problemas en Sex Education (Netflix) y Euphoria (HBO), respectivamente. La primera trató el pasaje incómodo, hormonal e identitario bajo el contexto de una secundaria inglesa. La segunda es todo eso sumándole psicofármacos y California. Ambas fueron las series más destacadas sobre el espíritu adolescente de 2019. Y el retrato fue crudo, por momentos evanescente y divertido pero lejos de lo superficial. Dos coming of age en las que hubo abortos, masturbaciones vía Internet, pibes pasados de la raya, una chica trans que curte con tipos adultos, un amigo gay que se enfrenta a sus padres, una madre sexóloga y una ex estrella Disney como protagonista. Dejamos al espectador que las vea y reconozca cuál temática y personaje pertenece a cada serie. No quedan dudas: Otis y Rue se llevarían de maravillas.
Amigos confortables
Este año se cumplió un cuarto de siglo del arribo de Friends a la tevé. Un simple hecho numérico sirvió para que la historia acerca del sexteto neoyorquino volviera al centro de la escena ¿O nunca se había ido? El punto es que la comedia, creada por Marta Kaufmann y David Crane, hoy es tan o más lucrativa que en sus días de gloria. Se asegura que Netflix desembolsó 100 millones de dólares solo por tener los capítulos durante 2019. La friolera corrobora la suposición sobre la altísima demanda de la serie en su portfolio digital. Un artículo de The Guardian le puso nombre al fenómeno que tiene a Friends como su ejemplo más cabal: ésta es la era de la tevé confortable. En la bolsa entran otras comedias como The Fresh Prince of Bel-Air, y programas para ver pañuelo en mano como Gilmore Girls y Greys Anatomy. Según este razonamiento, muchos espectadores optarían por ver los mismos viejos programas, una y otra vez, sin tanta culpa. Puede que Barry, Muñeca Rusa y Better Things sean muy actuales, tengan su encanto o puro hype, pero según marcan los algoritmos, los espectadores buscan apoltronarse como cuando Chandler y Joey veían Baywatch. Hay otro dato que corrobora la idea: Warner Media, la dueña de los derechos de Friends, anunció que se reservará las diez temporadas desde 2020.
Simplemente Phoebe…
No es un resabio del párrafo anterior sino de lo que logró por sus propios méritos la británica Phoebe Waller-Bridge con Killing Eve (Paramount) y, principalmente, gracias a la nueva temporada de Fleabag (Amazon Prime Video). Todas las ficciones que protagoniza, escribe o concibe llevan su marca de acidez, humor negro y existencialismo hilarante. Hoy en día, nadie quiebra la cuarta pared como cuando la londinense interpreta a la pulgosa. Los seis episodios de esta temporada jugaron con lo confesional, lo sexual, la infatuación por un cura sexy, los discursos de época, muecas frente a cámara e historias de amor que le dejaron la nariz sangrante.
Risas de vampiros y viudos gervaisianos
En el terreno de la comedia se despidieron Veep (HBO) y The Big Bang Theory (Warner Channel), mientras que Barry (HBO) y Brooklyn Nine-Nine (Netflix) mantuvieron un gran nivel. Pero si hablamos de extrañeza y carcajadas debe destacarse a What we do in the shadows (Fox Premium Series) y After Life (Netflix).
La primera significó la continuación de Casa Vampiro (Taika Waititi y Jemaine Clement 2014). La idea, tan simple como sanguinolenta, es seguir el presente de seres con costumbres decimonónicas bajo el formato de un docureality. Dentro de la nueva troupe hay uno con aspecto de oficinista que no succiona sangre sino la energía con charlas aburridas. Cada escena de WWDITS guarda un chiste memorable como aquel en el que realizaron una reunión de vampiros cinematográficos. Además de los actores de la película original, Danny Trejo, Tilda Swinton, Evan Rachel Wood y Wesley Snipes reinterpretaron a sus criaturas de la noche.
Otra comedia peculiar fue After Life (Netflix). La serie de Ricky Gervais presentó a Tony, un hombre que tras la muerte de su esposa por un cáncer decide no tener filtro con el resto de los seres vivos. El protagonista desprecia a los seres de su especie y cree que al cantarle las cuarenta a los demás posee una superpoder. “La humanidad es una plaga. Somos un parásito asqueroso y egoísta y el mundo estaría mejor sin nosotros”, se presenta. Obra típicamente gervaisiana por temática y estilo pero donde dejó aflorar otro tipo de sensibilidad. Bajo esa coraza de chistes bestiales, están las acciones y consecuencias de un sujeto al que la vida le presentó una partida difícil.
Una familia muy normal
Yellowstone (Paramount Channel) introdujo a John Dutton (Kevin Costner), el propietario del latifundio más grande de los Estados Unidos junto con los dilemas de sus tres hijos. El consenso general en materia de ficción televisiva, por otra parte, es que la segunda temporada de Succession (HBO) fue de lo mejor que dio la televisión en mucho tiempo. Diez nuevos episodios sobre la brutalidad encarnada en los omnipotentes Roy ¿Qué hubo de nuevo en la historia del clan? Nada. Peleas. Traiciones. Despellejamientos verbales bajo escenarios de ensueño (yates, salas de conferencias o una casona en los Hamptons). El gran logro de la serie es que puede ser vista como una tragedia shakespeariana y una sátira al mismo tiempo. O como dijera su creador, Jesse Armstrong, “es como ese film danés La Celebración mezclado con Dallas”. Lo que falta de humanidad en Logan Roy y sus descendientes le sobra en los insultos más dolorosos de la tevé actual. Sólo un ejemplo: “Sos el rico más pobre de los Estados Unidos”. Para sobreponerse a tal nivel de crueldad familiar existieron This Is Us (Fox Premium Series) con una cuarta temporada que mantuvo el buen filón narrativo y emocional, y el final de ciclo para la sueca Bonus Familjen. Cierre para el arco de Lisa y Patrik, sus ex, los hijos, hijas, hijes sin golpes bajos, mezclando algunos retazos de felicidad y vínculos con tonada nórdica.
El último vuelo de los dragones
El 20 de mayo se emitió el último de los setenta y tres episodios que conformaron Game of Thrones (HBO). “El trono de hierro” –así se llamó la conclusión- supuso un metal muy caliente para los personajes de la serie y lo que vendría después. ¿Cuál sería la entrega que ocuparía el casillero vacante GOT en materia de fantasía, saña, rosca y todo lo demás también? En la tómbola aparecieron propuestas de la propia casa matriz (His Dark Materials, Watchmen, la cancelada The Long Night y la anunciada House of the Dragon), de Netflix (The Witcher) y de Amazon (The Lord of the rings esperada para 2020). Si la búsqueda es sentarse en el trono, pueden hacerse a un lado: el vuelo del dragón será imposible de emular. La guerra más salvaje por el trono de la ficción seriada, sin embargo, es una bien real y se libra por los suscriptores a las plataformas de streaming (Netflix, Amazon Prime Video, Hulu, Starzplay y Facebook Watch) que ahora disponen de un nuevo contendiente: Disney+. La plataforma fue lanzada a comienzos de noviembre y por el momento sólo está disponible en los Estados Unidos y unos pocos países centrales (Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Holanda). Recién arribaría a América latina y Europa el año que viene. Su bocanada inaugural en el VOD fue con The Mandalorian. Serie que anida magistralmente en el western espacial y cuenta con ese gran poder simbólico que es Star Wars. Dicho de otro modo, los dragones dejaron lugar a la insaciable factoría del ratón.